Los calendarios se han ido modificando al antojo de los políticos de turno (ya sea Julio César en su momento, o el ahora en vigor, el gregoriano, que se debe al papa Gregorio XIII, así como otras modificaciones menos conocidas) con una finalidad más o menos económica y que han dado paradojas en la historia como años de 447 días o adelantos en el calendario de ¡quince días!