La plaza de Tahrir, en el centro de El Cairo, que se ha convertido en el epicentro de la revuleta y en símbolo de la misma. En ese punto los militares mantenían la seguridad y se mezclaban con los manifestantes, bailaban y cantaban con ellos, que subidos a las tanquetas gritaban que el pueblo y el Ejército son uno solo. Las Fuerzas Armadas han sido muy bien recibidas, éstas no acaban de dar el paso definitivo de la revolución. La misión de los militares es mantener el orden y defender la vida de los egipcios.
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¿Quién encabezará la nueva dinastía? Esa es la pregunta, ya que nosotros no permitiremos que cambie la vida en Egipto. Cambiarlo todo para que todo siga igual, la receta más usada de la historia.