Como en todos sus proyectos personales, Coppola apuesta a doble o nada todo lo que tiene. Está convencido con Corazonada. Han empezado los frívolos y febriles años ochenta. Sintetizadores, horterismo de lentejuela y plástico, peinados de pincho, Ronald Reagan, farlopa a mansalva, minifalda de cuero y hombreras descomunales... Rel: Francis Ford Coppola, el rey en el exilio (I)