Hace 11 años | Por --84042-- a palestinalibre.org
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Hamid Younis Abu Daqqa murió baleado el jueves pasado mientras jugaba al fútbol. La camiseta manchada de sangre de Real Madrid, con el nombre del crack alemán Mesut Ozil y el número 23, quedó como triste recuerdo. Las balas del ejército israelí le penetraron el abdomen cuando Hamid se aprestaba a iniciar el segundo tiempo. El fútbol, aun en medio de bloqueo, balas y cohetes, es más importante de lo que muchos suponen para los palestinos. "Es nuestro espacio -dijo un hincha a The Nation- para olvidar dónde estamos y recordar quiénes somos."

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Una semana después de la muerte de Hamid, misiles disparados por aviones israelíes F-16 destrozaron el Estadio de Palestina. Había sido reconstruido en 2006 con fondos de la FIFA, después de que bombas israelíes dejaron un enorme cráter en la cancha.

Los ataques de 2006 se produjeron después de que grupos armados palestinos secuestraron al soldado israelí Gilad Shalit. En octubre pasado, ya libre después de cinco años de cautiverio, Shalit, supuestamente invitado por Barcelona, fue al Camp Nou a ver el clásico contra Real Madrid. En Gaza hubo fuertes protestas. Barcelona, oportuno, invitó entonces a Mahmud al Sarsak, un futbolista de la selección de Palestina que permaneció tres años preso, sin cargos. Más de 50.000 futbolistas afiliados al sindicato europeo FIFpro, la FIFA y Amnesty International habían pedido por Sarsak, que fue liberado este año después de cumplir 92 días en huelga de hambre. "No se puede igualar a la víctima y al opresor", dijo Sarsak al rechazar la invitación de Barcelona. Y agregó: "Hay una gran diferencia entre detener a un soldado armado dentro de su tanque y arrestar a un futbolista en un control militar cuando va a jugar al fútbol a Cisjordania".