La Cidade da Cultura es la construcción en obras más grande de Santiago y posiblemente la única que no cuenta con un jubilado haciendo de capataz. El complejo que parecía que le iba a disputar el interés turístico a la Catedral se asemeja a un desierto este mes de agosto. Los obreros tienen que conformarse con la compañía de los motores que de cuando en vez resuenan por la Avenida Manuel Fraga.
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El problema es que está mal comunicado, que le pongan una estación AVE cerca o monten un segundo aeropuerto, que el otro queda lejos.