Son precisamente sus gemidos los que ayudan a los tenistas a ganar, pues sirven para desorientar al contrario. Al parecer, la onda sonora golpeando su cuerpo hace más difícil a sus sentidos detectar donde va la bola y devolverla, reduciendo drásticamente su tiempo de reacción. De media, la bola viaja casi un metro más antes de ser devuelta si el tenista que la lanzó gimió.
Comentarios
Y si lanzas un meneo y gritas "¡SPAM!", ya ni te cuento.
Esto lo saben los karatecas desde hace un porrón de años.