Aquella por la que le tocó caminar al fraile capuchino Gumersindo de Estella, encargado de dar la extremaunción a los reos de la cárcel de Torrero -"mis queridos reos"-, que se resistían, con respiración entrecortada, a sucumbir a la muerte a la que les habían condenado segundos antes los disparos franquistas. El peor de los tragos para un religioso que confesaba que necesitaba ser de hierro para no llorar, que no se cansaba de repetir que "la violencia no es cristiana", y que logró deshacerse del retrato del dictador exhibido en capilla.
Comentarios
Relacionada: El ayuntamiento erige un monumento a los 3.543 republicanos fusilados en la guerra civil
El ayuntamiento erige un monumento a los 3.543 rep...
elperiodicodearagon.comArtículo muy interesante para conocer algunas historias tras los fusilamientos de las personas de ese monumento y conocer que toda la Iglesia tampoco fue homogénea durante el franquismo.