Hace 11 años | Por Rodin a 1808-1814.org
Publicado hace 11 años por Rodin a 1808-1814.org

Indudablemente aquel gran caballero que fue el general Wellington, habíase quedado absorto mirando el embravecido mar del Cantábrico ese mediodía del 31 de agosto, mientras el estruendo que las olas levantaban con su flujo y reflujo contra las rocas de la península donostiarra, le impidieron oír los desgarradores gritos de dolor de un bravo pueblo español que lo había recibido como a un amigo.

Comentarios

iramosjan

Los hechos son los hechos, pero precisamente cuando son tan claros conviene no perder la razón con ciertos excesos: España e Inglaterra estaban en guerra el 2 de mayo de 1808 y llevaban así nada menos que 12 años (con pequeñas batallitas como Trafalgar) aparte de las incontables guerras entre los dos países en los 300 años anteriores, guerras en las que incluso viniendo como aliados se les quedaban en los bolsillos cosillas como Gibraltar. Wellington fue recibido con enorme desconfianza, como un aliado de conveniencia que había sido enemigo hasta ayer (de hecho su ejército había sido reunido para atacar Buenos Aires) y que perfectamente podía volver a serlo mañana.

Y sí, los soldados británicos eran una turba de indeseables mantenidos a raya por una disciplina brutal. En cuanto esta disciplina se rompía por cualquier motivo, se convertían en una horda bárbara que no conocía amigos ni enemigos.