Hace 12 años | Por Kalata a eljueves.es
Publicado hace 12 años por Kalata a eljueves.es

Un invidente sufrió el pasado lunes un milagro y una gran putada, todo en el tiempo que dura un episodio de Los Fruittis. Resulta que estaba desayunándose sus cereales delante de la tele, y de pronto empezó a distinguir los colores de la pantalla. «No sabía ni de dónde me llegaban las percepciones», confiesa el invidente. Pero aquellas manchas de colores fosforescentes, sello de prestigio de las animaciones de Antoni D'Ocon, consiguieron abrirse paso incluso a través de sus desacostumbrados ojos hasta el apabullado córtex cerebral

Comentarios

D

También es mala suerte que la primera imagen que te lleves de este mundo... sea a gazpacho... o peor, mochilo.