"En Irán, las mujeres son legalmente ciudadanos de segunda. En los tribunales, su testimonio vale la mitad que el de un hombre. No pueden ser jueces. Tienen menos derechos en caso de divorcio. Deben tener el permiso de su marido para trabajar. Porque así lo prescribe el islam, aseguran las autoridades. Paradoja de la revolución islámica de 1979 que proclamaba la igualdad entre hombres y mujeres. Y el poder se quedó en manos de los hombres; de los 290 diputados con los que cuenta el Parlamento iraní, 12 son mujeres."
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