Niños que corretean entre ratas y que están todo el día con los labios pegados a una Fanta de naranja, que no van a clase y que habitan en la punta más miserable de la zona más deprimida de Madrid: la Cañada Real. Este es el panorama que se vive a diario en El Gallinero, un poblado chabolista donde viven unos 500 gitanos rumanos, la mayoría niños.
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Enga que salgan aquí esos que dicen que hay que dejarles vivir en paz y concordia.