Oyen… o más bien graban lo que suena en el ambiente. Eso es, al menos, lo que creyeron dos singulares aventureros a quienes se les ocurrió realizar cierto experimento. El caso es que, entre cerveza y cerveza, en un pub llamado Prince of Wales, localizado en Kenfig, llegaron a sus oídos viejas historias acerca de extraños sonidos que los lugareños afirmaban haber escuchado en la noche.A Marke y Jenkins se les ocurrió entonces una loca idea.
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Lo mismo que en las supuestas grabaciones de voces de espíritus, cada uno oye lo que quiere oír...