Publicado hace 12 años por ARPASHL a revista.libertaddigital.com

Mi primera juventud pasó entre los setenta y los setenta. La fiebre revolucionaria empezó a amainar alrededor de 1980 y se hundió definitivamente en 1989. Con excepciones, nos adaptamos a la antaño despreciada democracia formal, cuyas virtudes fuimos descubriendo no sin asombro. O sea, dejamos de ser de izquierdas. Todos, sin excepción, hasta los que siguen jurando ser muy de izquierdas sin darse cuenta de que están a la derecha de la derecha, en la reacción pura y dura.