Si algo aclaró la crisis de 2008-2009 es que esta generación de economistas no tenía la más mínima idea de cómo funciona una economía monetaria. La gran mayoría tenía un compromiso ideológico con una teoría del mercado cuyo nulo contenido científico impidió ver los síntomas de la hecatombe. Su enamoramiento con las fáciles recetas del neoliberalismo los llevó a una cosmovisión en la que las crisis no existen.
Pues yo creo que fingen, que se hacen los desconcertados. Pero saben muy bien cómo funciona el mundo: con oleadas de burbujas y crisis. Y que nos mantienen con vida con un único objetivo: que sigamos remando.
El que no tenía ni idea del funcionamiento de la economía era Alan Greenspan, el ex-director del FMI. Cegado por su ideología clásica no vio venir que las organizaciones no tenían los mismos intereses que sus accionistas, a quienes, se supone, deben proteger. Él mismo lo afirmó, delante de Henry Wax mande la asamblea estatal de California, cargándose a los clásicos en 14 segundos.
Es más, cualquier régimen regulatorio actual, según Greenspan, está lejos de ser efectivo. En un futuro, según se vayan sucediendo situaciones como la actual, prevé que habrá una regulación mucho menos laxa, probablemente basada en evitar acontecimientos anteriores, y que restrinja prácticas que son posibles ejecutar hoy en día casi con plena libertad, basadas en lagunas legales o desinformación.
Los clásicos han muerto, y Keynes herederá el trono.
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Pues yo creo que fingen, que se hacen los desconcertados. Pero saben muy bien cómo funciona el mundo: con oleadas de burbujas y crisis. Y que nos mantienen con vida con un único objetivo: que sigamos remando.
El que no tenía ni idea del funcionamiento de la economía era Alan Greenspan, el ex-director del FMI. Cegado por su ideología clásica no vio venir que las organizaciones no tenían los mismos intereses que sus accionistas, a quienes, se supone, deben proteger. Él mismo lo afirmó, delante de Henry Wax mande la asamblea estatal de California, cargándose a los clásicos en 14 segundos.
Es más, cualquier régimen regulatorio actual, según Greenspan, está lejos de ser efectivo. En un futuro, según se vayan sucediendo situaciones como la actual, prevé que habrá una regulación mucho menos laxa, probablemente basada en evitar acontecimientos anteriores, y que restrinja prácticas que son posibles ejecutar hoy en día casi con plena libertad, basadas en lagunas legales o desinformación.
Los clásicos han muerto, y Keynes herederá el trono.