Manifiesto no pedido, excusa segura. Un texto firmado por cien mil personas esconde al menos noventa y nueve mil novecientas noventa y nueve mentiras. ¿Por qué? Pues porque se trata de una declaración de principios escrita por un intelectual en una noche de insomnio y limada por otros colegas de parecido pero no igual pensamiento a lo largo de dos tardes de poco café y mucho orujo, y al que se adhieren como lapas miles de españoles simpatizantes de la causa, cada uno de los cuales quitaría o añadiría algún argumento, si le dejasen.