La indignación con la vida política nunca puede estar exenta de esperanza; de perderla se convierte en un ejercicio de charlatanismo de barra de bar, una actividad tan buena para la salud como estéril en la mejora de las circunstancias criticadas. Seamos positivos, en España al menos tenemos corruptos; opción siempre preferible a aquella otra en la que la corrupción está institucionalizada y lo corrupto es el sistema y no sus miembros. Y es que se puede llegar a ser tan corrupto que ya ni siquiera haga falta serlo...
Comentarios
No se el porqué, pero me resulta un tanto ingenuo.