Más de 72 por ciento de las actas de escrutinio de las elecciones del 2 de julio de 2006 habían sido falsificadas con el propósito de sacar del cómputo alrededor de millón y medio de votos en favor de Andrés Manuel López Obrador.
México tiene una dilatada tradición en pucherazos electorales, compra de votos y todo tipo de enjuagues conducentes a alterar la voluntad popular.
Todo indica que a López Obrador, al que ya se le hizo casi de todo en la fase preelectoral, incluso encarcelarlo, le robaron las elecciones. Otra cosa es que se pueda probar. La justicia mexicana no parece estar por la labor. La escandalosa e impune corrupción que marcó la vida mexicana durante largas décadas de 'partido único' (el tristemente famoso PRI) está muy enraizada, como un cáncer inextirpable.
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México tiene una dilatada tradición en pucherazos electorales, compra de votos y todo tipo de enjuagues conducentes a alterar la voluntad popular.
Todo indica que a López Obrador, al que ya se le hizo casi de todo en la fase preelectoral, incluso encarcelarlo, le robaron las elecciones. Otra cosa es que se pueda probar. La justicia mexicana no parece estar por la labor. La escandalosa e impune corrupción que marcó la vida mexicana durante largas décadas de 'partido único' (el tristemente famoso PRI) está muy enraizada, como un cáncer inextirpable.