Érase una vez un país encogido por el miedo y el látigo de un visionario, convencido de su misión de salvador de un pueblo descreído, descentrado, analfabeto y resentido. Durante cuarenta años puso su bota de hierro sobre las conciencias y los pensamientos, sin permitir a nadie salirse de la fila. La muerte, el dolor y el hambre hicieron causa común y se alojaron en todas las casas para evitar cualquier conato de rebelión.
Comentarios
jojojo hacía tiempo que no leía algo tan repelentemente progre. Tiene que ser humorístico
¿No has sentido nunca la necesidad de callarte en lugar de faltar el respeto a alguien? Te vendría bien hacerlo alguna vez.
#2 Tienes razón.Mejor debería callarme muchas veces.
Pero el del artículo nos falta al respeto a los Fascistas, vituperando la memoria del Caudillo.Y él seguirá hablando