Publicado hace 12 años por rafaeldiazarias a periodismoglobal.com

Ahora que todo está dicho, ahora que los analistas han aportado su luz y los propagandistas su ruido, a mi me queda la mirada de Gilad Shalit. Sus ojos traslucen un profundo desconcierto, cansancio, ausencia… El difícil reencuentro con la libertad y los afectos olvidados. ¡Que frío el abrazo con su padre! Ahora le toca lo más difícil: los interrogatorios de los servicios de inteligencia, la recuperación de su lugar en el mundo. Y luego, luchar por no convertirse en un icono, por ser el mismo… o rendirse y aceptar la manipulación del icono.

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