Hace 12 años | Por cd_autoreverse a elcorreo.com
Publicado hace 12 años por cd_autoreverse a elcorreo.com

A sus 94 años, Pilar Ibarlucea ha ido haciendo renuncias por el camino, como cualquiera, pero conserva intacta su rebeldía. Por eso ya no baja al comedor de la residencia donde vive y tampoco consume los alimentos que le suben en bandejas, aunque sí toma líquidos. Es su manera de protestar contra lo que considera una invasión de su espacio vital, la obligación de compartir la habitación que antes tenía para ella sola. «Me siento como si me hubieran echado a la calle», lamenta tendida en la cama, con la cabeza erguida pese a su fragilidad...

Comentarios

cd_autoreverse

Esa abuela indignada!!!

sunes

Qué triste que al final de tu vida, no puedas ni vivir tranquila.