Publicado hace 13 años por disconubes a desequilibros.blogspot.com

Todos somos propensos a consumir y apropiarnos de historias con las que identificarnos. Un ejemplo perfecto es la anécdota de Kafka y la niña que llora desconsolada en el parque porque ha perdido su muñeca. Franz Kafka la consuela diciéndole que se ha ido de viaje. Y que lo sabe porque la muñeca le ha escrito una carta. Como la niña desconfía de la veracidad de la historia, Kafka "no tiene mas remedio" que escribir realmente esas cartas; cartas que redacta afanosamente cada noche y le lee a la niña al día siguiente.

Comentarios

anxosan

Lo que no sabía Kafka es que la niña había reencontrado la muñeca al tercer día, y solo quería disfrutar del cuento.*

(*Me lo he inventado, pero podría ser cierto)