Publicado hace 11 años por juan.membiela a investigacionyciencia.es

Proveedora de sensaciones placenteras, la música endulza nuestras vidas. Un potente crescendo orquestal puede hacernos derramar lágrimas y provoca escalofríos. Cambios de intensidad en la banda sonora añaden carga emotiva a películas y programas de televisión. Los padres arrullan con nanas a sus bebés. Este apego a la música tiene sus raíces en nuestro pasado remoto, en los albores de la cultura. Hace más de 30.000 años, el hombre tocaba ya flautas de hueso, instrumentos de percusión y birimbaos. Todas las sociedades cuentan con su propia músic