Tyler Stone, de dos años, consiguió sobrevivir a una descarga eléctrica de 240 voltios gracias a las suelas de plástico de sus zapatillas o al menos así lo consideraron los doctores que le atendieron de las quemaduras sufridas al tocar las lamparas defectuosas de un parking.
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Menos mal que lo que hace daño es la intensidad, no la tensión.