Aquellos a los que le gusta escuchar música triste podrían ser, en realidad, adictos a una hormona segregada por nuestro cuerpo que viene a servir como calmante de la pena, mientras que los que odian ese tipo de música podrían carecer de dicha hormona.
Comentarios
Yo seguro que no segrego esa prolactina para nenas, yo tengo la hormona del METAAAAL! (cuernos al aire)