Walter Mixa presentó su dimisión el pasado 21 de abril, que fue admitida por el Papa oficialmente el 8 de mayo, ante las acusaciones de maltrato sistemático de los niños de un orfanato en la localidad bávara de Schrobenhausen cuando era sacerdote, delitos que, sin embargo, han prescrito.El ex obispo de Augsburgo, en sur del país, afirma en la entrevista que fue sometido a enormes presiones para que dimitiera y que se sintió como en el "purgatorio", a la vez que acusa a la cúpula de la Iglesia Católica en Alemania de dejarle en la estacada.