Imagínese pasar unas horas en una celda de tres metros y medio de alto por dos de ancho. Un hueco en el que apenas pueda abrir los brazos sin tocar las paredes. Ahora imagine que, en lugar de unas horas, pasa en ese espacio 12 años. Y añádale, por último, que durante todo ese tiempo está esperando a ser ejecutado...
Comentarios
Es una salvajada que haya un español allí y que no se le haga ni caso.