Querida hija: No te dejes someter por gente estrecha de cerebro con amigos imaginarios. No te dejes contagiar de miedos absurdos. Vivir es un regalo de libertad y no debe ser nunca un castigo para nadie. Las mujeres no somos frágiles costillas ni histéricas ciudadanas de segunda categoría, somos seres humanos inteligentes y capaces de luchar por lo que consideramos justo y bueno.
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Carta a mi hija
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