Era julio de 1927. Los científicos Hermann Oberth y Max Valier encabezaban la fundación de la Sociedad Astronáutica Alemana (Verein für Raumschiffahrt o VfR). Buscaban construir un motor de combustible líquido, tan ligero que permitiese a una nave tripulada viajar al espacio exterior. La sorpresa fue mayúscula cuando, tres meses después, un científico peruano, en una carta a un diario de su país, afirmaba que desde hacía tres décadas tenía el diseño de una nave espacial que funcionaba con motores como el que ellos buscaban.
Comentarios
Le faltó asociarse con la familia Toledo para que le dejase usar su ordenador, entonces lo petan seguro:
http://www.biyubi.com/