Hace 10 años | Por --399304-- a elmundo.es
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Más allá de la extraordinaria confianza del juez Pedraz en que la reunión de asesinos que no se arrepienten de matar a cientos de personas no constituye, por sí mismo, un «discurso del odio», si algún atractivo tiene esa foto histórica de Durango es el aire a cita familiar de Nochevieja en la que todos, borrachos de libertad, deciden que ahora quieren apostar por las vías políticas. Ese aire embriagador a la hora de los postres en la que cualquier cosa es posible, hasta que Jack el Destripador, eufórico, se levante dando un puñetazo en la mesa