Es curioso que las reducciones de plantilla públicas tengan tan buena acogida en un estado con 5 millones de parados. También es curioso que los aristocráticos jefes administrativos y políticos de las administraciones no hayan tenido ninguna previsión (como iban a tenerla si Solbes decía que la crisis no existía) y que las reducciones pasen por reducciones de servicios, becas, impagos a proveedores, en un gobierno que en la anterior legislatura eliminó el impuesto de patrimonio y que mantiene las SICAV.
Al mismo tiempo, la opacidad presente en las administraciones impide conocer los datos más allá de anécdotas observables.
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Es curioso que las reducciones de plantilla públicas tengan tan buena acogida en un estado con 5 millones de parados. También es curioso que los aristocráticos jefes administrativos y políticos de las administraciones no hayan tenido ninguna previsión (como iban a tenerla si Solbes decía que la crisis no existía) y que las reducciones pasen por reducciones de servicios, becas, impagos a proveedores, en un gobierno que en la anterior legislatura eliminó el impuesto de patrimonio y que mantiene las SICAV.
Al mismo tiempo, la opacidad presente en las administraciones impide conocer los datos más allá de anécdotas observables.