La aspiración a extender los regadíos - a consecuencia de un modelo agrario que introdujo Costa en el siglo XIX- ha llevado a nuestro país a fuertes contradicciones, dadas las limitaciones que impone el agua en un clima mediterráneo. De un lado, en el valle del Ebro se sigue planteando incrementar los cultivos de maíz - que requieren mucha agua- para producir pienso para los cerdos y, en paralelo, en el área de Barcelona está prohibido regar con agua potable hasta el más pequeño jardín a causa de la sequía. ¿Cómo cerrar tan enorme brecha?
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O vamos hacia el secano, o el secano vendrá hacia nosotros.