Hace 11 años | Por pablicius a nytimes.com
Publicado hace 11 años por pablicius a nytimes.com

Un grupo de falsos policías llegó con un remolino de luces azules, golpeó con precisión milimétrica, se llevó cajas de diamantes fuertemente vigiladas que estaban en un avión aparcado, y huyeron sin molestar a los pasajeros. Pero desde el robo, el incidente ha pasado de thriller a comedia, presentando a un inesperado grupo de sospechosos, que por supuesto, se juntaron en Casablanca, Marruecos. Algunos sospechosos han empleado una defensa pocas veces usada en el celuloide: la estupidez. Traducción completa en comentario 1.

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TRADUCCIÓN DEL ARTÍCULO

GINEBRA — Cuando un grupo de falsos policías llegó con un remolino de luces azules, golpearon con precisión milimétrica, y se llevaron cajas de diamantes fuertemente vigiladas que estaban en un avión aparcado, y huyeron sin molestar a los pasajeros.

Pero desde el robo en el aeropuerto de Bruselas en febrero, el incidente ha pasado de thriller a comedia, presentando a un inesperado grupo de sospechosos, que por supuesto, se juntaron en Casablanca, Marruecos.

El robo estuvo marcado por una planificación meticulosa, información desde centro, y una rápida ejecución (8 hombres armados en 11 minutos) que dejó a los investigadores maravillados. Mientras avanzaba la investigación, autoridades belgas aceptaban que el valor de lo robado podría ser mucho más de la primera estimación de 50 millones de dólares. Algún analista del sector dijo que podrían ser hasta 350, lo que pondría a este robo entre los mayores de la historia de Bélgica, un centro internacional en el comercio de diamantes.

Pero el frenético intento para vender los diamantes fue tan torpe que algunos de los que conocen el sector se empiezan a preguntar si para empezar los ladrones buscaban en realidad diamantes, o simplemente dinero. Desde que fueron arrestados intentando vender los diamantes, la mayoría de los sospechosos ha negado su implicación, y otros han empleado una defensa que pocas veces usan los ladrones de celuloide, o sus conspiradores: la estupidez.

La fallida segunda parte del robo está saliendo a la luz en varios procedimientos legales, ya que más de 30 personas fueron detenidas el mes pasado por los investigadores en Bélgica, Francia y Suiza. Entre los sospechosos se encuentra un antiguo convicto francés con un restaurante en Casablanca llamado Key West, y un rico inversor inmobiliario de Ginebra que insiste en que fue engañado para ocultar un sobre lleno de diamantes.

“Hoy no puede comprender por qué fue tan estúpido,” dice Shahram Dini, el abogado de Pascal Pont, 56 años, el inversor inmobiliario, que ha salido de prisión pero sigo bajo vigilancia por la acusación de recibir mercancía robada. “Fue un ingenuo. Es alguien con un pujante negocio inmobiliario, no necesita más dinero, y tiene una familia con hijos. No lo hizo por sí mismo. Fue un favor a alguien que le sedujo, y también le asustó.”

Pero fue en el intento de vender los diamantes cuando el meticuloso plan se rompió, llevando al sector del diamante a la especulación de que los ladrones no eran tan expertos después de todo.

“Ginebra no es un gran centro para los diamantes, y es lo que me sorprende de la historia” dice Edahn Golan, un analista en Israel especialista en economía de los diamantes. “Todo el mundo pensó que tenían información desde dentro del aeropuerto, por su increíble precisión con los tiempos. Pero si hubieran sabido lo que estaban haciendo, deberían haber esperado a que hubiese una feria”.

Añade “la sorpresa es que lo que parecía tan bien planeado, en realidad no estaba planeado en absoluto.”

La relación clave, que premitió desentrañar el caso, es el vínculo entre Pont y Marc Bertoldi, 43 años, el restaurador de Casablanca, que también tiene otro negocio de exportación de coches de lujo, y una antigua condena en Francia por traficar con coches robados. El nombre de pila de Bertoldi salió en una investigación por otro asunto en Suiza, proporcionando un vínculo que le conectaba con el robo en Bélgica, según el investigador suizo, Marc Rossier.

El mes pasado, un triste Bertoldi fue llevado a un juzgado en Metz, France, para un juicio de extradición. Vestido con vaqueros y un sueter rosa de Ralph Lauren, y sus manos esposadas cubiertas por un paño amarillo, negó su implicación en el robo.

Los jueces le enviaron de todas formas a Bélgica, basándose en las informaciones de la policía y los movimientos detectados por el GPS que colocaban su coche cerca del lugar del robo. Los investigadores dicen que Bertoldi también avisó a un amigo de que estaría ilocalizable el día del robo. Dos días más tarde, según las autoridades belgas, fue oido presumiendo de su parte del robo, y pidiendo al amigo “que viese la televisión”.

Sus abogados recurrieron la decisión, argumentando que Pont había implicado falsamente a Bertoldi a cambio de su libertad. “Encontraron millones de euros en casa del hombre de negocios suizo, y es él quien está libre”, le dijo Bertoldi a los jueces. “En cambio en mi casa no encontraron nada”.

Bertoldi y Pont se conocieron en 2011 en Casablanca, donde Bertoldi tenía el restaurante y un negocio de coches de lujo, y Pont acababa de llegar. Pont pidió ayuda a Bertoldi después de que se le averiara su Ferrari, y establecieron un vínculo por la pasión de ambos por los coches caros.

En un determinado momento, Pont le prestó a Bertoldi unos 50,000 dólares para abrir un night club, lo que nunca acabó por hacer. Bertoldi intentó devolver la deuda yendo a Ginebra este año para ofrecerle a Pont dos pequeños diamantes, dice el abogado de Pont.

A petición de Bertoldi, dice el abogado, Pont preguntó a alguno de sus amigos si les interesaba comprar cuatro diamantes.

Pero cuanto Bertoldi se presentó otra vez con una bolsa grande, llena de cajas de piedras, a Pont le entró el pánico. “Sabía que eran diamantes”, dice su abogado Dini. “Sabía que tenía un problema. Puso el dedo en un botón que ya no podía controlar.”

El 7 de mayo Bertoldi fue detenido mientras conducía de prestado el Porsche Panamera de Pont. La policía llamó a un amigo de Pont, un abogado al que no han identificado públicamente, para preguntarle si representaría a Bertoldi. El abogado no aceptó.

Enterado del arresto, Pont quedó con el abogado en La Coupole, una zona cara cerca del Lago Ginebra, donde le dio tres llaves de una caja de seguridad en el distrito Champel de Ginebra. La policía, que llevaba escuchando las llamadas telefónicas de Pont durante casi dos meses, arrestó a ambos con los cargos de tenencia de mercancía robada, y encontró los diamantes en la caja de seguridad.

Ambos han sido liberados, pero siguen siendo sospechosos. De los otros 30 sospechosos, la mayoría ha sido liberada con cargos, y siete siguen en prisión en Bruselas. Cinco de ellos han apelado el arresto, argumentando que las grabaciones telefónicas son de tan mala calidad que la policía había malinterpretado las palabras “diamantes y oro”.

Los investigadores siguen buscado a otro sospechoso principal, que se cree que está en Marruecos, identificado solo como “Tarek B.”

El abogado Dini dijo que Pont conocía el pasado turbio de su amigo, pero que Bertoldi era tan gracioso que Pont llegó a admirarle, y temerle. Cuando le dieron la bolsa de los diamantes, Pont simplemente la aceptó. “En mi trabajo” dice Dini “hay gente que hace cosas realmente estúpidas porque no tiene caracter para decir que no”.

pablicius

Esto de verdad tiene todos los ingredientes de una comedia de enredo: el expresidiario con restaurante en Casablanca, el rico tonto, los ladrones que no sabían lo que robaban, escuchas policiales mal grabadas, los diamantes en una caja de seguridad en Suiza... parece un guión de una película.