Investigadores de la Universidad Técnica de Munich (TUM) han diseñado unos brazos robóticos articulados capaces de reaccionar al calor o las caricias. Los científicos pudieron proporcionar esta capacidad a las máquinas, gracias a unas pequeñas placas hexagonales que, al unirse, dan lugar a una piel artificial sensible. Con ella, los robots han podido percibir señales externas. La primera prueba realizada con estos sensores ha culminado con éxito.