Pero han pasado varios días, y seguimos con ganas de más. No hago más que leer preguntas de “y si,” y no puedo responderlas. ¿Y si hubiera saltado a 36.000 metros? ¿Y si hubiera aguantado unos segundos más? Y claro, cuando me preguntan y no sé, me pongo de los nervios. De modo que no he tenido más remedio que meterme en el problema a tumba abierta. ¿Quiere que comparta con usted lo que he descubierto? Pues vamos allá. Por supuesto, aprovecharé para meterme a usted una buena clase de Física entre pecho y espalda. No se preocupe, no duele mucho.
Comentarios
Muy probablemente los votos de cansina a esta noticia provienen de los "no lectores" de esta noticia.