Considerada culpable del fallecimiento de su esposo y vista como portadora de desgracias, la viuda es estigmatizada el resto de su vida, viéndose obligada a vestir de blanco y raparse la cabeza. Solo le está permitido alimentarse una vez al día con comidas insípidas, sin sal, cebolla, ajo o picante; también debe renunciar a los deliciosos y omnipresentes dulces, y en definitiva, a cualquier tipo de placer terrenal.
Comentarios
Estos si que son maestros de "buscar culpables".