Las curvas de la obra de Oscar Niemeyer sugieren una identidad femenina, pero sutil y elegante. Mi padre tuvo el honor de trabajar para él en Caracas a finales de los años 50. Se trataba de diseñar la cubierta de un fantástico casino. El maestro, que hoy tiene 102 años y sigue trabajando, tomó una gran hoja de papel de envolver, la arrugó y dejó caer el burruño sobre la maqueta.
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Se dice "edificios y edificias".