Hace 10 años | Por albertiño12 a eldiario.es
Publicado hace 10 años por albertiño12 a eldiario.es

Mercedes Gallizo, secretaria general de Instituciones Penitenciarias entre 2004 y 2012, presenta un retrato inédito del sistema penal español a través de las 10.000 cartas que le enviaron los reclusos en la obra 'Penas y Personas: 2.810 días en las prisiones españolas'. "Ni la venganza, ni los castigos duros y crueles disuaden de cometer delitos. La única rehabilitación posible es ayudar a la persona que tiene un problema a tratar de superarlo".

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Hace 11 años | Por enol79 a eldiario.es



Mientras la mayoría de expertos coinciden en que los castigos y el autoritarismo no funcionan a la hora de intentar cambiar la conducta de delincuentes adultos que han asesinado, violado... muchas personas siguen pensando que para educar a sus hijos lo mejor es "un cachete a tiempo"


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Hace 11 años | Por albertiño12 a rtve.es



"La violencia genera violencia. El castigo físico como norma de educación carece de sentido. Sólo enseña al niño a tener miedo y a ser sumiso", advierte la fundación Francesa Pro-Infancia
Campaña contra la violencia hacia los niños


"La mayoría de los maltratadores fueron previamente también niños maltratados". (Aunque solo el 20% de los niños maltratados acaba convirtiéndose en maltratador)
http://www.maltratoinfantil.org/ninos-maltratados/



¿Funcionan los castigos?

A veces pudiera parecer que los castigos funcionan, pero si prestamos algo de atención comprobaremos que sólo proporcionan un cumplimiento temporal. El castigo sólo funciona mientras que el castigador está presente. Algunos deducen que se pasa el efecto del castigo, y que entonces es necesario aplicar una nueva dosis, como si fuera un medicamento, o que el castigo fue “demasiado blando” y hace falta “ser más duro”.

Más bien, lo que ocurre es que el niño se ve inducido a evitar el castigo en sí. Es probable que un niño a quien le dicen “¡No quiero pillarte haciendo esto otra vez!” pueda pensar “Vale, la próxima vez que lo haga no me vas a pillar”.

El castigo sólo cambia un comportamiento, pero no tiene ningún efecto positivo sobre los motivos y valores de esa persona para haber cometido una acción. El hecho de que padres o educadores sigan castigando al mismo niño una vez y otra vez indica que el problema es más profundo que simplemente el tipo de castigo o la manera en que se aplica.


¿Por qué castigamos?

-Es fácil, y es lo que nuestro entorno seguramente espera que hagamos.
-Nos hace sentir poderosos: “tengo el control de la situación”.
-Puede funcionar a corto plazo para conseguir un cumplimiento inmediato; en cambio para llegar a darse cuenta de los daños que produce a largo plazo, hace falta reflexionar con cierto detenimiento.
-La mayoría de adultos hemos sigo educados en entornos punitivos en mayor o menor grado y vivimos rodeados de ejemplos constantes de diversas formas de “castigo”. Muchos no sabemos qué otra cosa podemos hacer con los niños.
-Nos da miedo pensar que si un niño no recibe un castigo por algo, lo volverá a hacer una y otra vez, o incluso hará algo peor (“dales la mano y te tomarán el brazo”, se dice). Bajo este miedo, subyacen creencias profundas muy negativas sobre los niños y el ser humano en general.
-Pensamos (erróneamente) que la alternativa al castigo es no hacer nada. Si no castigamos, parece que somos demasiado permisivos. Hay que superar esa falsa dicotomía (o castigas, o no haces nada) para conseguir avanzar, ir más allá del fácil castigo: como recomienda Alfie Kohn, “trabajar CON el niño”, no contra él; ser su aliado y no su enemigo.

No hay ninguna razón demostrable para suponer que el castigo pueda ayudar a un niño a crecer siendo responsable, a saber cuáles son sus deseos y sus objetivos y trabajar para conseguirlos, a contribuir al bienestar de los suyos o de la sociedad. En cambio, sí que hay pruebas de los daños que produce confiar en el “cumplimiento temporal”.

http://www.crianzanatural.com/art/art161.html