Se aproxima el final del verano y aunque los fríos todavía se ven muy lejanos, el campo empieza los preparativos para afrontar la mala estación. El paisaje sonoro tiende a los extremos. De los bullicios concentrados en torno a las bandadas de aves en vuelo migratorio, a los silencios que, de día en día, se extienden por bosques y campos. Es la consecuencia del cese de la actividad reproductora.
Comentarios
Enseguida llegará otro de los sonidos imprescindibles de los bosque en otoño: La berrea.
Lastima el poco sentimiento que le pone el locutor, yo lo he leido imaginando como lo habria dictado nuestro amigo Felix Rodriguez de la Fuente