¿Dónde se meten los intelectuales cuando hace falta su voz alternativa? Pues parece que están ocultos bajo el cálido manto de la subvención. Y es que morder la mano que te da de comer nunca ha sido una buena idea. Porque puede ponerte a dieta, racionarte la cantidad o, a lo peor, retirarte el plato.
Comentarios
Mis disculpas por la autocita. Pero alguien tenía que decirlo.