Nosotros, los defensores de la democracia, de la libertad, hemos cerrado el espacio de la discusión. Hay ya palabras prohibidas, ideas prohibidas, maneras prohibidas. Y, además, es por nuestro bien. Son prohibiciones liberadoras, prohibiciones que nos harán mejores, más conscientes. Se ha cerrado el espacio para que el otro tenga legitimidad, pero el otro de verdad, no sólo otro “diverso”, no, el otro que nos atosiga, que nos irrita, que nos pone contra las cuerdas.