En el primero de los testimonios, una mujer pedía entre llantos que adivinasen el porvenir de un familiar enfermo. La bruja en cuestión, sobrecogida por la situación, trató de dar ánimos a la espectadora sin atreverse a especular, en lo que pareció un ataque de conciencia. A continuación llamó una joven con entonación poco natural alabando las cualidades de la pitonisa y contando cuánto le había ayudado en problemas pasados. Parecía extraño que una persona decidiese gastarse el dinero de la llamada sin intención de preguntar nada.