Hemos presenciado durante los últimos años toda una serie de operaciones en las que en nombre de la bicicleta se han realizado auténticos negocios con pingües beneficios para los encausados. Hemos conseguido hacer el mundo al revés a base de sacar las cosas de quicio y, ahora que lo hemos casi conseguido, resulta que no nos gusta y queremos darle la vuelta al calcetín otra vez. Como si fuera tan fácil. Es hora de mirar al asunto de frente y de coger a toro por los cuernos. Hay que meterle mano al coche.