Mientras las pymes españolas se debaten entre la carestía de la financiación, la caída de la actividad y la asfixia fiscal, el Tribunal de Cuentas revela ahora la frivolidad con que las comunidades autónomas han gestionado los programas presupuestarios de Fomento y Apoyo a las Pequeñas y Medianas Empresas aplicados por la Dirección General de la Pyme del Ministerio de Industria.
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Con la magnífica idea que es el estado autonómico, lo mal que lo hemos llevado a cabo.