Aquí, en Europa, en lo que podríamos denominar el “Norte”, quedan para la memoria, no siempre pero casi, las grandes tuberías de vertidos que en cascada tiraban al río líquidos de todos los olores y colores. Lo llamaron Progreso y dijeron que estaba bien. Pronto se dejaron sentir sus agregados la contaminación industrial del agua y los vertidos de sustancias tóxicas, y sus efectos sobre la naturaleza y la salud.