Ver a dos de los gurús de la escuela de Chicago explicar que el movimiento conservador no tiene básicamente nada inteligente que aportar al mundo hoy, que sus reivindicaciones más importantes o han sido realizadas o han dejado de estar vigentes y que ha degenarado en un movimiento de corte emocional y religioso sin mucho que decir, es sencillamente delicioso. Eso es básicamente respecto a la política internacional, pero que vale también para la economía y en general casi cualquier aspecto medianamente técnico.