En toda la mañana no se habla de otra cosa, los murmullos empiezan en el primer receso y se expanden desde el salón del segundo A hasta el segundo F. Sólo esperan que suene el timbre; 1:40 de la tarde y por fin se escucha. La sangre se calienta. El morbo crece. Recogen el suéter, la mochila y corren al punto elegido