Hace 2 años | Por nomeves a xataka.com
Publicado hace 2 años por nomeves a xataka.com

Es un tópico que la buena ciencia ficción no tiene por qué predecir bien el futuro, sino simplemente imaginar otros mundos (otras dimensiones, otros futuros, otros planetas) y que resulten verosímiles desde un punto de vista científico o, al menos, realista. Por supuesto esta definición es sumamente elástica y a menudo consideramos ciencia ficción la parcela de la fantasía donde la magia no existe, y aún así esa regla se rompe a menudo.

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El género humano, al que muchos de mis lectores pertenecen, ha jugado desde siempre a juegos de niños y es probable que lo siga haciendo hasta el final, lo que supone un engorro para los pocos individuos maduros que hay. Uno de sus juegos predilectos es el llamado «Deja el mañana a oscuras», o también (por los aldeanos de Shropshire, no me cabe duda) «Chotéate del profeta». Los jugadores escuchan con suma atención y el mayor respeto todo cuanto los hombres con luces tienen que contar sobre lo que va a acontecer en la generación siguiente, esperan entonces a que todos aquéllos fallezcan para enterrarlos con decoro y luego siguen su camino y pasan a otra cosa. Eso es todo. Sin embargo, para un género de gustos sencillos no puede haber nada más divertido...

...Ahora bien, en los albores del siglo XX el juego de «Chotéate del profeta» se complicó más que nunca. Ello era que había entonces tal cantidad de profetas y de profecías, que resultaba difícil mofarse de todas sus ocurrencias. El hombre que había hecho por su cuenta y riesgo algo atrevido y descabellado, quedaba al instante paralizado por la idea atroz de que aquello estuviese ya previsto. Nadie, ni el duque que se encaramaba a un poste ni el deán que se emborrachaba, podía sentirse plenamente satisfecho, pues siempre era posible estar cumpliendo una profecía. En los albores del siglo XX no había forma de saber qué terreno pisaban los listos. Abundaban tanto que un bobo resultaba harto excepcional y, cuando aparecía uno, la multitud lo seguía por las calles, lo enaltecía y le otorgaba algún alto cargo en el Estado. Y todos los listos se dedicaban a presentar informes de lo que iba a pasar en la nueva era, todos ellos muy esclarecedores, todos muy sesudos y desgarrados, todos muy dispares entre sí...

...Se supo entonces que los profetas habían puesto a la gente (que mientras tanto seguía con el viejo juego de «Chotéate del profeta») en un aprieto sin precedentes. Parecía francamente difícil hacer algo sin que se cumpliese alguna de sus profecías...

The Napoleon of Notting Hill
G. K. Chesterton, 1904
Traducción: César Palma

L

Muy buena su descripción de Internet, la verdad. Imagina los usos de forma muy certera.