Publicado hace 4 años por --650122-- a suicidasperezosos.blogspot.com

Pevertino le debía su fortuna a aquella bala que no quiso matarle y cuyo casquillo llevaba en un collar colgado al cuello. Aquella bala que agarraba con fuerza cada vez que temía convertirse en la gimoteante escoria que había sido antes de oír su tenue silbido rozándole la oreja.