Si por ejemplo decidiésemos acercarnos a la zona que limita la playa de la Misericordia de la ciudad de Málaga con la desembocadura del río Guadalhorce, y me refiero a la zona que los malagueños conocemos popularmente como Sacaba, lo que allí descubriríamos, si damos valor a la honestidad, es un microcosmos paradójicamente inacabado o, hablando en plata, un aborto arquitectónico.