Cuando en 1775 Martin perdió a su esposa decidió recordarla de la forma más disparatada (y siniestra) que se le pasó por la cabeza. Con la ayuda de los doctores William Hunter y William Cruikshank embalsamó su cadáver. Además de conservantes, durante la macabra operación recurrieron a piezas de cristal que simulaban los ojos de Mary y tintes para dar vitalidad a sus mejillas. El raído vestido con el que se había casado años antes les sirvió para engalanarla. [...] Gracias a una tapa acristalada el anatomista podía presumir ante las visitas.
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El hombre era muy incisivo trabajando para que al final de mes el y su mujer no se quedaran caninos y no les tocara trabajar con las palas para mantenerse...
Confundió la anestesia con Annes tiesa